Sunday, November 11, 2012

ENCUENTRO



En la tristeza de tus ojos me desbarranco, dejándome caer libre de toda atadura y sabiendo que  quizás no haya una red de protección al final de este peligroso salto, pero sabiendo que eso ya no importa mientras disfruto de esta caída que es tan cercana a un vuelo que no termina. Emocionado por el sonido de tu voz me sumerjo en vos  y voy buceando mucho más profundo, por debajo de la superficie de tus palabras y así me voy hundiendo dentro  tuyo sin temor y sin sospecha porque sé que es lo que  desde siempre tendría que haber sido, lo que estaba prometido. Me pierdo en vos al mismo tiempo que me descubro nuevamente a mí mismo. Me voy alejando y acercando a ese lugar que nunca he visto y que sin embargo sé que siempre ha existido muy pero muy adentro mío. Me voy enredando en vos y me voy mareando desasiendo las barreras que me apartan de este y otros tantos mundos, desvaneciéndome en la brisa que es el soplo de tu boca y esparciéndome en la intimidad de un absoluto al que aún yo no comprendo pero que siento vivo en todos los  centímetros de mi ser que está vibrando. Y así de pronto exploto en cientos de direcciones y de dimensiones hacia arriba en lo alto e inalcanzable así como hacia abajo en lo misterioso e inimaginable; estallo hacia el sur, el norte, el este y el oeste de todas las estrellas y de todos los vacíos convirtiéndome en una sola voz dentro de miles de millones y en una gota más que no está sola porque formo parte de una lluvia de ilusiones que desciende desde el cielo hacia el suelo fértil de la vida misma.  Y me pierdo en vos para siempre, me desvanezco en el brillo de tu mirada y me voy, me voy, quizás un poco  demasiado aprisa refugiándome en el abrigo de tu  inagotable presencia, dejando de ser para poder seguir viviendo, para poder seguir sintiendo  cómo la soledad desaparece al mismo tiempo que me  desbarranco  en el infinito de tu espíritu.

Wednesday, May 30, 2012

Carta a Argentina



En ocasiones despierto en la cerrada noche nombrándote y extrañándote, preocupado por qué será de vos y de tu destino.Yo crecí lejos de vos en el medio del corazón de mi adoptiva  México, mis padres tuvieron que escapar en aquellos años al terror que sobre tu cabeza, alma y cuerpo se propagaba sin pausa. Yo era niño y a pesar de la distancia las historias de cómo tus hijos  que juraron protegerte eran quiénes te golpeaban una y otra vez y los que torturaban y asesinaban a sus propios hermanos llegaban hasta mí.
Durante la dolorosa distancia mis padres me enseñaron a amarte, incansablemente me hablaban de tu belleza, de tu sabiduría, de tu gran clase, etc.  Así mi niñez transcurrió simplemente soñando en volver a tus brazos.Finalmente en mi adolescencia volvimos  a vos llenos de felicidad y miedo. Lo que siguieron fueron tiempos difíciles, llenos de sacrificio, dolor y alegría. Cuando llegamos me resultó difícil conciliar la imagen que en mi niñez me había formado con lo que mis ojos veían. Yo esperaba encontrarte hermosa, elegante, austera, inteligente. Pero durante los años que corrí por tus campos encontré que eras bella pero desequilibrada, te encontré pobre y vestida con ropas viejas y gastadas de un muy lejano pasado glorioso, te encontré confundida llena de vergüenza de tu reciente noche de horror  con  los brazos llenos de cicatrices, con tus hijos llenos de rencor robándote las pocas joyas que quedaban de tu colección y quemando tus vestidos para abrigarse del frio de sus culpas.  A pesar de tu delicada condición conseguí amarte profundamente pero vivir con vos no fue fácil, la seguridad escaseaba y no se sabía nunca si comeríamos al día siguiente, no existía plan de salida ni justicia, lo único que ofrecías era correr desesperada y desnuda en los laberintos políticos de tu turbulenta  mente, pero lo más triste fue descubrir que de todas las tragedias del ayer la peor fue la muerte de la moral. Fue esa falta de moral la que permitió el nacimiento en tu piel de una sociedad caníbal en la que todos sacaban ventajas de uno y otro, en un juego en el que todos arrebatan algo pero nadie entrega u ofrece nada.  Comprendí un día que en ese infértil suelo lo único que podíamos hacer era intentar día tras día sobrevivir sin garantías.Un día frio y lleno de tristeza decidí escapar de tu cama, entre lágrimas te dije que volvería pronto, que solamente iba a dar un paseo, en aquel momento ni vos ni yo sabíamos qué era verdad y qué era mentira y ahogado en mi llanto te abandoné para buscar otro destino. Y así llegué a este país con el que siempre has tenido una relación de amor y odio. Esta nación no me recibió con los brazos abiertos sino más bien con cierto recelo pero desde un principio me dio un pequeño rincón en su ser donde comer y dormir y laburar. Las primeras noches solamente soñaba con vos como cuando era niño. Mientras, yo navegaba confundido este nuevo territorio cuyo lenguaje extraño no entendía, esta nueva casa  en la que me sentía un extraño al que aceptan de mala gana pero no quieren. Fueron noches y días de infinita soledad en la que descubrí las profundidades de mi propio ser y para no sufrir me concentré en laburar como loco para así no tener tiempo de extrañarte ni de pensarte.  Entre el trabajo y el cansancio los años pasaron y poco a poco fui encontrando dirección en la tierra de mi nueva adoptiva patria. A diferencia de las infinitas sombras grises que conocí con vos,  encontré que aquí  todo  era básicamente blanco y negro, entendí que aquí  la moral no sólo existía sino que en cierta forma era asfixiante bajo este cielo  pero que era una de las bases que hacían de este lugar el campo fértil de ideas y de proyectos que constantemente germinaban.  Descubrí  muy temprano que nadie me daría nada, que todo lo tendría que conseguir yo solo con muchísimo trabajo y sudor; poco a poco fui aprendiendo el nuevo lenguaje lo cual ayudó a que fuese cada vez mas aceptado. Mi  tristeza poco a poco dio paso a la fascinación de descubrir  día tras día cosas nuevas: algunas fascinantes y otras horribles y así aprendí a  amar a esta fuerte y a veces indiferente nación  que con su amor severo me abrigó y me enseñó a transformarme.Y ahora llegamos a estos años en los que cada vez se siente menos un exilio debido a  que me siento ya parte de este mundo en el que vivo pero en el que a veces alguien me recuerda que sigo siendo un extraño.  Soy hoy un hombre distinto y parecido a ese niño perdido en la tierra lejana, distinto y parecido a ese adolecente que desesperado te amaba y que anhelaba que algún día despertases  y que en tus ojos encontrase cordura. Ahora soy un adulto que tiene un profundo amor por vos, por México  y esta nación que me tomo de la mano. Y desde el herido norte miro y siento el sufrimiento y transformación de este mundo y me toca de cerca el sufrimiento de la tierra azteca y de tu cada vez mayor confusión volando en esos vientos del sur, y hoy a pesar del tiempo me despierto como cuando niño preocupado por lo  que será de vos y de tu destino.