Saturday, March 23, 2013

PERDIDOS


Todos los soles del mundo quemando los ojos rotos de quienes se han perdido en sus internos laberintos, todas las lunas del cielo que en las noches frías vigilan como nos devoramos los unos a los otros en este juego eterno de sobrevivencia ante la indiferencia.
Tantas ciudades y calles que nos llevan hasta el mismo rincón del que en un principio intentamos escapar. Corremos desesperados perseguidos por el temor de la soledad en un  universo demasiado infinito, nos atropellamos unos a otros mientras nos aturdimos para escapar al inmenso silencio que vive en nuestro interior. Desesperados nos perdemos en esta vida buscando algo que nos es ya imposible nombrar o tan solo recordar.
 Es en esta ciega búsqueda  que en  la selva de la existencia nos lastimamos, nos amamos, nos odiamos nos reconciliamos, nos encontramos y nos abandonamos una y otra vez. Es en esta carrera que nos desbarrancamos en profundas noches de tristeza a las que le siguen días de enorme felicidad que nos arrojan a otras noches aun más obscuras de las que a veces parece no podremos escapar. En el medio de las tormentas y la confusión nos aferramos a ilusiones que en un segundo terminan despedazadas en nuestro corazón y aún así  después del desierto y después del dolor  de la desesperanza nos volvemos a abrazar a otro nuevo sueño que nos ayude a olvidar el horror pasado y que nos dé aliento para continuar caminado con la mirada fija en ese incansable horizonte que tanto deseamos sin saber porqué.
Perdidos bajo todas las estrellas en un mundo que no es más que el reflejo de nuestro propio ser, con todos nuestros deseos, nuestros miedos, nuestros placeres, nuestros dolores y alegrías materializándose en una realidad que es cada vez más compleja, intrincada e incomprensible. Perdidos en nuestros callejones intentando abrir puertas para encontrar la salida, perdidos en nuestros hogares intentando cerrar las puertas en las que guardamos nuestros temores, inevitablemente perdidos construyendo más puertas y más avenidas, creando  nuevos sonidos que oculten ese aturdidor silencio que es siempre el recuerdo de nuestra soledad en medio de la multitud.
Pero entonces con suerte, después de infinitas idas y venidas, después de cientos de alegrías e incontables llantos, en un fugaz instante único se produce aquello que ya creíamos imposible, ocurre que nos encontramos a nosotros mismos, que es lo que tan desesperadamente hemos estado buscando desde el comienzo del principio. Estaba justo ahí en el sitio más olvidado,  precisamente ahí detrás de lo que siempre hemos estado escapando, detrás de la pared de nuestra indiferencia, enterrado el lo profundo del silencio, olvidado y abandonado en el centro de nuestro intrincado laberinto hecho de cemento y ruido.