Atrapado en el rincón de esta soledad me he
quedado, las velas de mi embarcación quedaron rotas ante los furiosos vientos
de la tempestad que ya ha pasado. Yo me
he quedado aquí en esta isla llena de arena y olvido varado y náufrago mirando con tristeza ese mar que no hace
mucho navegué seguro pero al que ahora tanto temo.
En el medio
de esta nada a la que me ha arrojado el olvido me descubro frágil y débil cuando
intento navegar y me hundo cuando intento volver a querer o volver a amar y ya
no puedo porque por ahora todo me parece mentira, porque todo aparenta ser tan
sólo un juego donde nada importan los sentimientos, donde no tiene peso ni mi
alma ni tu alma y donde todo se reduce a un juego en el que el cuerpo diestro,
la carne y la malicia pueden convencer al menos por un corto tiempo a tontos inocentes que algo tan ficticio y puro
como el amor pueda existir en este solitario rincón de un universo que hoy me
parece lleno de vacío.
Sin embargo
quiero creer que todo esto es solo una percepción del fugaz momento como una
especie de trauma irracional que se produce después de una tragedia y que el tiempo llenará poco a poco ese vacío.
Intenté en
algún momento escapar de este rincón de piedras en el medio del océano de la
vida pero ese intento resultó inútil cuando encontré el rechazo a mis
intenciones y el rechazo encontró la herida que yo ya había olvidado y la
herida encontró la sangre que volvió a derramarse y en esa sangre me ahogó la tristeza que volvió a encontrarme
y que volvió a recordarme que estoy mejor, al menos por ahora, aquí atrapado en
esta diminuta isla que intentando navegar en mi corazón roto un mar furioso e
impredecible en el que otros más valientes y diestros marineros juegan junto
con otros novicios e ignorantes de los peligros que los acechan.
Desde la
distancia veo las olas subir y bajar. Miro como algunos disfrutan a pleno ese
momento de felicidad cuando una corriente fortuita parece arrastrarlos
tranquilos hacia algún imaginario destino pero también veo a otros estrellarse
a toda velocidad contra los arrecifes del desengaño y la desilusión.
Sé que hay
muchos que han quedado como yo varados en los bancos de arena del dolor y que
hay otra incontable cantidad de náufragos que flotan desesperados por ser
rescatados en las frías aguas de la soledad. De hecho comparto esta pequeña
isla con otra náufraga que ha hecho campamento en el otro lado de la misma isla
y nuestra amistad nos parece por ahora más real y más segura que todas esas fantásticas historias
de amor que otros cuentan o que nosotros mismos hemos vivido alguna vez y que
se han quebrado y nos han quebrado dejándonos abandonados aquí a orillas de la
playa contemplando el casco de nuestro corazón, que fue nuestra embarcación,
completamente destrozado.
Sin embargo
sé que es imposible permanecer aquí indefinidamente y que tendré que
ingeniármelas para reparar esta embarcación que es mi corazón y lanzarme
nuevamente al océano de la vida, tengo temor pues la última vez que lo intenté
fracasé miserablemente y el hueco de mi
casco se abrió ante el choque de la primera ola de indiferencia con la que entró
en contacto, entonces con apuro retrocedí al islote de mi soledad antes de que
me volviera hundir en las profundidades de ese profundo, misterioso y cruel
océano.
Estoy ahora
aquí contando los amaneceres mientras intento encontrar calor en esta fogata en
la que quemo ramas de buenos y malos recuerdos, reparando lo mejor posible el
casco y las velas de mi corazón que es mi embarcación, estoy aquí confiando que
pueda hacer un buen trabajo y que esta embarcación este lista en algún momento para
arrojarse y entregarse a la aventura de la incertidumbre de ese océano que es
el amor y confiado en que ese mar guarde no sólo los peligros que yo ya conozco
sino también aventuras placenteras, islas paradisíacas y continentes llenos de
promesas.