Monday, February 16, 2015

ARGENTINA

Me despierto envuelto en el manto de la obscura angustia al pensar tu nombre “Argentina” porque la sangre de un inocente  ha sido derramada nuevamente y el Estado se ha convertido otra vez en un asesino como lo fue tantas veces en nuestro tan vergonzoso pasado. El miedo se respira de nuevo en las desoladas calles y las grandes avenidas llenas de almas rotas y angustiadas que se han acostumbrado a vivir en la incertidumbre de una nación que desde hace años  se encapricha en caminar en sentido contrario al progreso y al crecimiento. La soledad se hace presente en cada uno de tus confundidos hijos que ante la epidemia de corrupción y de impunidad no encuentran donde poder reclamar porque el cáncer y la podredumbre del fanático poder ha  terminado por debilitar e infectar todas las instituciones y órganos vitales de una democracia que agoniza abandonada en una cama rodeada de caníbales que  la desprecian y odian pero que se alimentan  a mordiscos de su cada vez más débil cuerpo.
La intolerancia y el completo desprecio por quien piensa distinto desde siempre ha sido el virus que recorre e infecta tu sangre y que ha hecho que estés en constante guerra con vos misma y que termines una y otra vez destruyendo toda posibilidad de un mejor futuro. Vos que eras una nación destinada a tantas grandes cosas te arrastras hoy en la miseria de tu arrogancia y de tu destruida moral siendo devorada por las ratas del narcotráfico, la indiferencia, el odio y la miseria. En tu confusión y con tus alguna vez elegantes ropas hoy ya muy rasgadas, vendes desesperada tu cuerpo al mejor postor motivada más por el desprecio que por el amor. 
Una alarma suena en mi corazón y en el de tantos otros hijos tuyos que te vemos arrodillada y débil ante una enfermedad que no creíamos podía empeorar y que sin embargo siempre empeora, hoy  con tu dulce boca escupes la inocente sangre de uno de los tantos  que intentaba salvarte del mortal virus del irresponsable poder y tememos que sólo sea el comienzo de la inevitable fiebre que antecede a esa conocida “rabia” que creímos ya habíamos superado en la que nuestra sociedad caníbal enfrentaba a argentinos en contra de argentinos, poniéndonos en guerra entre nosotros mismos, asesinándonos, despareciéndonos y exiliándonos tan solo por la incapacidad de aceptar convivir con voces distintas que en definitiva son las que ponen límite a nuestro tantas veces desbordado y desequilibrado gobierno que no quiere reconocer  ni aceptar el fin para su locura y su afano.
Destruidas y débiles están las arterias de la comprensión, la honestidad, el respeto y la tolerancia, sin oxígeno los órganos vitales de la moral, la justicia y la independencia. Desfalleciendo te veo en tu lecho mientras deliras con la cabeza desbordada de deshonestidad y obstinación, mientras presiento tu espíritu temblar ante un dolor que siempre ha estado pero que ahora se ha hecho más agudo.
Hoy más que  nunca se hace urgente que tu sociedad  despierte y que te de un golpe de corriente que reactive el corazón  y el cerebro de esta democracia que nuevamente está a punto de morir a manos del despotismo de quienes se creen impunes.

 Fotografía: Clauz Jardim