La
noche está llena de estrellas y entre esas estrellas llenas de luz que mis
cansados ojos observan también puedo ver el inmenso espacio de soledad y
obscuridad que existe entre ellas, miro el universo que se despliega ante mi y
reconozco que así como la noche esta tan llena de misterio, de luz, de
obscuridad, de vacío y también de vida así también la realidad de cada uno de
nosotros se encuentra llena de los mismos misterios y que somos una reflexión del universo que es tan infinito
hacia el exterior como así también hacia el interior de nosotros mismos donde
se esconden en profundos rincones nuestros mas bellos sueños así como también
nuestras peores pesadillas.
Luz
y obscuridad, bien y mal, felicidad y tristeza, vida y muerte. El universo
propio y externo esta compuesto de todas estas contradicciones y es que una
cosa no podría existir sin la otra y aunque son opuestas necesitan
inevitablemente la una de la otra para poder existir y porque al final de
cuentas todos estos sentimientos son como el cincel que va esculpiendo nuestra
vida y quizás en ultima instancia nuestra alma.
Yo
como vos cuando miro al presente, cuando miro el pasado, cuando miro hacia
afuera y cuando miro hacia adentro encuentro en mi historia en la historia
ajena, en la historia del mundo y de todo aquello que tiene vida, encuentro
inevitablemente momentos de felicidad y alegría, momentos de dolor y tristeza,
encuentro paisajes del paraíso y
paisajes de infiernos que a veces han sido un mismo paisaje, descubro momentos
en los que la sabiduría o el descubrimiento han iluminado todo mi entorno y otros
momentos en los que la torpeza, los errores y las equivocaciones me han lanzado
a largas noches que parecían no tener un amanecer.
Ninguno
de nosotros realmente sabemos como es que hemos llegado aquí, que o quien nos ha
puesto en esta montaña rusa llena de vueltas, de subidas y bajadas y compuesta
de interminables destellos de euforia y de terror. En ocasiones parece que todo
lo tenemos bajo control, que todo tiene una lógica, que todo tiene un plan, que
todo va de acuerdo a como nosotros lo hemos planeado en alguna otra dimensión
antes de habernos subido a este cochecito que es ahora nuestra vida, pero en
otras ocasiones nada parece tener sentido ni razón de ser y las vueltas y los
giros nos llevan por caminos que jamás hubiéramos elegido y que sin embargo nos
vemos obligados a recorrer porque estamos atados a este viaje con el cinturón
de seguridad ajustado para no salir catapultados ante los violentos giros de la
realidad.
Por
momentos disfrutamos de tramos del recorrido y la sonrisa se nos dibuja en la
cara, pero en otros tramos sufrimos y entramos en pánico y tan solo queremos
que todo termine enseguida. Pero claro, como tantas otras cosas, no sabemos
cuál sea la duración de este juego que se llama vida y del que tenemos un
limitado control que tan solo llega hasta cierto punto.
Nuestras
elecciones así limitadas junto con las tormentas de lo inesperado van moldeando
nuestra historia, cincelando nuestro carácter nuestra personalidad y como dije en
última instancia nuestro espíritu.
Podemos elegir si amamos o no amamos, podemos elegir si respetamos al
otro o no lo respetamos, si nos respetemos a nosotros o no nos respetemos, si
perdonamos o odiamos, elegimos si aprendemos de nuestras heridas o si nos
ahogamos en ellas, si dejamos que las circunstancias y las casualidades nos
definan como si no poseyéramos conciencia o capacidad de decisión o si por el contrario imponemos nuestra
conciencia nuestros valores y nuestros ideales para moldear la vida que
queremos. Contantemente en esta montaña rusa de la que erróneamente creemos no
tenemos control somos en cada vuelta, en cada esquina, en cada subida y en cada
bajada confrontados con nuestros propios demonios, confrontados con nuestros
sueños y nuestros miedos, en cada paso que damos hay una decisión pequeña o
gigante que nos define y que afecta a quienes nos rodea y a quienes tenemos
cerca y realmente queremos. Al final de cuentas casi sin saberlo somos los
verdaderos arquitectos de esta montaña rusa en la que damos vueltas y vueltas
mas de una vez repitiendo errores y aciertos.
El combustible que nos alimenta es diferente y
pude que no sea el mismo en cada circunstancia. Cada una de nuestras decisiones
están basadas en todos estos distintos sentimientos y contradicciones: en
nuestros miedos o en nuestra extrema confianza, en egoísmo puro o en el amor
desinteresado, en esperanzas o desesperanzas, en frustraciones o en anhelos, en
recuerdos u olvidos, en lecciones aprendidas o desperdiciadas, en una gran
sabiduría o en la más completa estupidez. Puede ser que tomemos nuestras decisiones
por mas de una de estas razones o por la combinación de varias de ellas y puede
ser que en nuestra confusión creamos que decidimos hacer algo basados en el
amor cuando en realidad lo hacemos basados en el miedo o viceversa. A veces
destruimos la felicidad que tenemos y nos condenamos a nuestra propia soledad
porque no creemos que nos merecemos la felicidad actual, otras veces
descubrimos la felicidad y nos aferramos a ella y peleamos por ella y la
defendemos porque hemos logrado perdonarnos de nuestros pasados errores y
equivocaciones y porque hemos aprendido de nuestras caídas. Sea como sea una
vez tomada nuestra decisión tendremos que aprender a vivir con las consecuencias
que producen y que van creando este intrincado viaje con sus dolores y sus
alegrías y que nos van acercando a nuestro inevitable final. Una vez detenido
el tiempo lanzaremos con nuestros cansados ojos una mirada a ese infinito
exterior o a ese infinito interior, realmente no importa cual miramos ya que el
uno es reflejo del otro y nosotros somos el espejo. Entonces veremos finalmente
en él más luz o veremos más obscuridad, veremos mejor las brillantes estrellas
o veremos más claro los grandes huecos de soledad que existen entre ellas, al
terminar el recorrido veremos si hay más bien o si hay más mal e
inevitablemente sabremos si finalmente derrotamos a nuestros demonios o nos
dejamos engañar y sucumbimos ante ellos, sabremos si nos mentimos a nosotros
mismos o si descubrimos la verdad. Cuando el carrito se detenga después de la
última caída en picada, nos desabrocharemos el cinturón de seguridad y no abra más
nada que podamos cambiar, todas nuestras decisiones ya habrán sido tomadas, por las razones correctas o equivocadas o por la combinación de ambas.
Miraremos por un momento hacia atrás para contemplar la arquitectura de
nuestras vidas con la esperanza de que en ella haya mas belleza que horror y
nos bajaremos para aventurarnos a ese misterioso infinito que será un reflejo
del universo que nosotros hemos creado en este viaje.
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