Wednesday, August 8, 2018

LA VIDA ES UN ESPEJO


La noche está llena de estrellas y entre esas estrellas llenas de luz que mis cansados ojos observan también puedo ver el inmenso espacio de soledad y obscuridad que existe entre ellas, miro el universo que se despliega ante mi y reconozco que así como la noche esta tan llena de misterio, de luz, de obscuridad, de vacío y también de vida así también la realidad de cada uno de nosotros se encuentra llena de los mismos misterios y que somos  una reflexión del universo que es tan infinito hacia el exterior como así también hacia el interior de nosotros mismos donde se esconden en profundos rincones nuestros mas bellos sueños así como también nuestras peores pesadillas.
Luz y obscuridad, bien y mal, felicidad y tristeza, vida y muerte. El universo propio y externo esta compuesto de todas estas contradicciones y es que una cosa no podría existir sin la otra y aunque son opuestas  necesitan inevitablemente la una de la otra para poder existir y porque al final de cuentas todos estos sentimientos son como el cincel que va esculpiendo nuestra vida y quizás en ultima instancia nuestra alma.
Yo como vos cuando miro al presente, cuando miro el pasado, cuando miro hacia afuera y cuando miro hacia adentro encuentro en mi historia en la historia ajena, en la historia del mundo y de todo aquello que tiene vida, encuentro inevitablemente momentos de felicidad y alegría, momentos de dolor y tristeza, encuentro  paisajes del paraíso y paisajes de infiernos que a veces han sido un mismo paisaje, descubro momentos en los que la sabiduría o el descubrimiento han iluminado todo mi entorno y otros momentos en los que la torpeza, los errores y las equivocaciones me han lanzado a largas noches que parecían no tener un amanecer.
Ninguno de nosotros realmente sabemos como es que hemos llegado aquí, que o quien nos ha puesto en esta montaña rusa llena de vueltas, de subidas y bajadas y compuesta de interminables destellos de euforia y de terror. En ocasiones parece que todo lo tenemos bajo control, que todo tiene una lógica, que todo tiene un plan, que todo va de acuerdo a como nosotros lo hemos planeado en alguna otra dimensión antes de habernos subido a este cochecito que es ahora nuestra vida, pero en otras ocasiones nada parece tener sentido ni razón de ser y las vueltas y los giros nos llevan por caminos que jamás hubiéramos elegido y que sin embargo nos vemos obligados a recorrer porque estamos atados a este viaje con el cinturón de seguridad ajustado para no salir catapultados ante los violentos giros de la realidad.
Por momentos disfrutamos de tramos del recorrido y la sonrisa se nos dibuja en la cara, pero en otros tramos sufrimos y entramos en pánico y tan solo queremos que todo termine enseguida. Pero claro, como tantas otras cosas, no sabemos cuál sea la duración de este juego que se llama vida y del que tenemos un limitado control que tan solo llega hasta cierto punto.
Nuestras elecciones así limitadas junto con las tormentas de lo inesperado van moldeando nuestra historia, cincelando nuestro carácter nuestra personalidad y como dije en última instancia nuestro espíritu.  Podemos elegir si amamos o no amamos, podemos elegir si respetamos al otro o no lo respetamos, si nos respetemos a nosotros o no nos respetemos, si perdonamos o odiamos, elegimos si aprendemos de nuestras heridas o si nos ahogamos en ellas, si dejamos que las circunstancias y las casualidades nos definan como si no poseyéramos conciencia o capacidad de decisión  o si por el contrario imponemos nuestra conciencia nuestros valores y nuestros ideales para moldear la vida que queremos. Contantemente en esta montaña rusa de la que erróneamente creemos no tenemos control somos en cada vuelta, en cada esquina, en cada subida y en cada bajada confrontados con nuestros propios demonios, confrontados con nuestros sueños y nuestros miedos, en cada paso que damos hay una decisión pequeña o gigante que nos define y que afecta a quienes nos rodea y a quienes tenemos cerca y realmente queremos. Al final de cuentas casi sin saberlo somos los verdaderos arquitectos de esta montaña rusa en la que damos vueltas y vueltas mas de una vez repitiendo errores y aciertos.
 El combustible que nos alimenta es diferente y pude que no sea el mismo en cada circunstancia. Cada una de nuestras decisiones están basadas en todos estos distintos sentimientos y contradicciones: en nuestros miedos o en nuestra extrema confianza, en egoísmo puro o en el amor desinteresado, en esperanzas o desesperanzas, en frustraciones o en anhelos, en recuerdos u olvidos, en lecciones aprendidas o desperdiciadas, en una gran sabiduría o en la más completa estupidez. Puede ser que tomemos nuestras decisiones por mas de una de estas razones o por la combinación de varias de ellas y puede ser que en nuestra confusión creamos que decidimos hacer algo basados en el amor cuando en realidad lo hacemos basados en el miedo o viceversa. A veces destruimos la felicidad que tenemos y nos condenamos a nuestra propia soledad porque no creemos que nos merecemos la felicidad actual, otras veces descubrimos la felicidad y nos aferramos a ella y peleamos por ella y la defendemos porque hemos logrado perdonarnos de nuestros pasados errores y equivocaciones y porque hemos aprendido de nuestras caídas. Sea como sea una vez tomada nuestra decisión tendremos que aprender a vivir con las consecuencias que producen y que van creando este intrincado viaje con sus dolores y sus alegrías y que nos van acercando a nuestro inevitable final. Una vez detenido el tiempo lanzaremos con nuestros cansados ojos una mirada a ese infinito exterior o a ese infinito interior, realmente no importa cual miramos ya que el uno es reflejo del otro y nosotros somos el espejo. Entonces veremos finalmente en él más luz o veremos más obscuridad, veremos mejor las brillantes estrellas o veremos más claro los grandes huecos de soledad que existen entre ellas, al terminar el recorrido veremos si hay más bien o si hay más mal e inevitablemente sabremos si finalmente derrotamos a nuestros demonios o nos dejamos engañar y sucumbimos ante ellos, sabremos si nos mentimos a nosotros mismos o si descubrimos la verdad. Cuando el carrito se detenga después de la última caída en picada, nos desabrocharemos el cinturón de seguridad y no abra más nada que podamos cambiar, todas nuestras decisiones ya habrán sido tomadas, por las razones correctas o equivocadas o por la combinación de ambas. Miraremos por un momento hacia atrás para contemplar la arquitectura de nuestras vidas con la esperanza de que en ella haya mas belleza que horror y nos bajaremos para aventurarnos a ese misterioso infinito que será un reflejo del universo que nosotros hemos creado en este viaje.